Pongo una barrera a todos los estados de ánimo malsanos, a todo malestar profundo provocado por
sentimientos de indignidad, de inutilidad o de tristeza irrefrenable. Sana,
Dios mío, los corazones rotos por la soledad o la desesperación. Corta todas
las raíces de la depresión, de los
traumatismos emocionales o paralizantes. Digo “no” a toda oposición por
principio, a toda amargura, a todo resentimiento y a todo rechazo a perdonar.
. Señor, si finalmente, al grado que sea, mi familia o alguno de sus miembros ha sido fuertemente envidiado, insultado, maldito o maleficiado de la forma que sea (estando vivo o ya difunto), en tu gran bondad, dígnate romper todos los remanentes y efectos negativos heredados de estas maldiciones o de estos maleficios.
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