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San Pablo escribe personalmente a los efesios: “porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire” (Ef 6, 11-12). El Padre Pío decía: “Si pudiéramos ver los espíritus malignos que hay en el aire, la luz del sol se obscurecería”.
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