1. Pueden infestar lugares, casas, objetos o animales.
2. Pueden maltratarnos, es decir, atacarnos en nuestra oración, afectos, trabajo, recursos, salud (en este caso hablamos de opresión).
3. Pueden causarnos obsesión, es decir, suscitar tentaciones interminables o pensamientos insostenibles, de los que no se consigue uno deshacer.
1. Pueden, finalmente, poseer al hombre, es decir, habitar en su cuerpo.
Jesús no ha expulsado únicamente al demonio de los posesos. El término griego “daimonizomai” que la Sagrada Escritura traduce como “poseso” cubre de hecho todos estos tormentos diabólicos y podría ser traducido literalmente como “demonizado” o “que tiene demonios”.
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