importa para condenarse, el genero de
oyentes de y condición que sean ricos , pobres , letrados , ignorantes
, jóvenes , viejos , justos , pecadores . Que todos están está expuestos a la
Muerte , y al juicio : y como todos se pueden salvar e ir al cielo , todos
Maltratadores de criados.
Un señor de estos hubo en Francia, que
trataba como esclavos a sus sirvientes, y que no les pagaba los salarios.
Recreaba un día con otros en su propia casa, cuando ve entrar à un
hombre como bestia sobre un caballo, que llegan donde él le dice : Caballero,
levántese y sígame. No pudo dejar de obedecer, , y al salir de su casa lo puso
en ancas del caballo , y partiendo à carrera abierta, le enseñó à los abismos ,
al fin de que despertó en el patio de su casa en los oyendo los gritos que iba
sembrando por el aire el caballero del infierno . En fin, no hubo hombre
mas bien servido que Elias, porque no hubo sirvientes mas bien paga dos. Dos
cuervos (3. Reg. 17.) le traían cada día pan, y carne y llegaban con
puntualidad à servirle.
lo mimo fue decir, la justicia de
los criados, que castigar mi injusticia. para con elles; porque has de saber ,
que como en las causas de los pobres contra los ricos, falta la justicia
humana, entra la justicia divina, para que no queden los agravios , que reciben de el poderoso “ Juez”, y Abogado: Jesús.
A si mimo se
aboca como à primera causa ; siendo un Dios valiente, que mir las
necesidades de los pobres defraudados por los ricos, vean la horrenda justicia
que hará en los pobres ricos, que los defraudan.
padece juicio sin
misericordia, quien no hizo misericordia, hacer juicio del que se hará de quien
no solo no tuvo misericordia de sus criados, sino que retuvo lo que les debía
de justicia: Iacob,2 v. 13. Cuantos dinero deje de pagarles, tantos años
junte para mi hoguera, de cuyas llamas estoy siempre cosechando.
El ardor me tiene en un gritó
siempre ; porque como dice Santiago en el capitulo de mi tema , comerá el fuego
ha poseído del fuego de la codicia, así es: El nos come, y a él comemos
, y lo bebemos; como nos dicen los ejemplos que trae Cornelio Alapide.
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