lutero y el diablo

El, Lutero, había visto a Satán, naturalmente. Y lo afirmaba a todo el que quería oírlo. "Satán, escribía, se presenta con frecuencia bajo un disfraz: lo he visto con mis ojos bajo la forma de un cerdo, de un manojo de paja en llamas, etc." Contaba a su amigo Myconius que en la Wartburg, en 1521, el diablo había ido a buscarlo con la intención de matarlo y que lo había encontrado a menudo en el jardín bajo la forma de un jabalí negro. En Coburgo, en 153 0, lo había reconocido una noche en una estrella. "Se pasea conmigo en el dormitorio — escribe —, y encarga a los demonios que me vigilen; son demonios inquisidores." Relata en detalle sus conversaciones con el Diablo. Cita casos "muy verídicos" de atentados satánicos que le eran contados por sus amigos. En Sessen tres sirvientes habían sido raptados por el demonio; en la Marche, Satán había extrangulado a un posadero y llevado por los aires a un lansquenete; en Mühlberg, un flautista ebrio había corrido la misma suerte; en Eisenach, otro flautista había sido raptado por el Diablo, por más que el pastor Justus Menius y varios otros ministros vigilaron constantemente para cuidar las puertas y ventanas de la casa donde se encontraba. El cadáver del primer flautista había sido hallado en un arroyo y el del segundo en un bosquecillo de avellanos. Y Lutero da testimonio de estos hechos con una especie de solemnidad: "No son —dice— cuentos en el aire, inventados para inspirar miedo, sino hechos reales, verdaderamente aterradores y no chiquilinadas como lo pretenden muchos que quieren pasar por sabios." Dice también: "Los diablos vencidos, humillados y golpeados se convierten en duendes y en diablillos caseros, porque hay demonios degenerados y me inclino a creer que los monos no son otra cosa." Esta última conjetura le
 

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