En los registros de los lombardos se lee que un joven muy hermoso, amado por su vecina, fue instado por ella a cometer un acto impuro. Como el joven no consintió en absoluto, la madre lo acusó ante el juez, alegando que él intentó violarla. El joven, prefiriendo morir antes que actuar de manera tan vil, pidió la ayuda del beato Andrés. Cuando el juez, enfurecido, lo encarceló y ordenó que se preparara un saco de lino para sumergirlo en el río, el beato Andrés apareció de repente, reprendiendo a la vecina por su lujuria y crueldad. El joven fue liberado, la madre fue castigada por un rayo, y la tormenta cesó.
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