se le apareció Cristo, nuestro Señor


 Después de implorar el Santo la protección de María Santísima para obtener la de su Sagrado Hijo, San Nicolás de tolentino fijó sus ojos en aquel simulacro de Cristo difunto en los brazos de su dolorosísima Madre, y, con muchas lágrimas, contemplaba el estado en que nuestras culpas lo habían puesto.

 Temiendo el Santo por las suyas, le pedía con toda humildad el perdón de ellas y nuevos auxilios para su amparo y consuelo en la última hora de su vida.

Para alcanzar esta gracia, llamó con insistencia a San Agustín, para que, como Padre, fuera su Abogado, y que Cristo y su Madre le asistieran en aquella hora, en la que más necesitaba de sus piedades. Penetraron estos clamores los Cielos, donde fueron tan atendidos que, al día siguiente (que era el tercero de su enfermedad), se le apareció Cristo, nuestro Señor, acompañado de su Madre, María Santísima, y del querido de ambos, el Glorioso San Agustín, con multitud de Ángeles, quienes con celestial melodía cantaban alabanzas a esta Sagrada Trinidad.

Y absorto San Nicolás, al ver lo que miraba, lloraba y encendió aún más su corazón en el amor Divino, alentando con nuevos y cariñosos afectos de agradecimiento por tan celestial beneficio. Y, arrebatado por tan Sagrado objeto, pidió para su consuelo que se le manifestara el tiempo en que debía salir de este Mundo. Compadecida, María Santísima, de los anhelos de su devoto, le dijo: Querido Nicolás, dos días después de aquel en que yo nací, mejorarás de vida y renacerás en el Cielo; y así, te dispondrás para tan venturoso día, recibiendo los Sacramentos.

Consolado con tan feliz aviso, San Nicolás rogó con todo rendimiento a María Santísima que alcanzara de su Hijo que en aquella última hora no permitiera al demonio molestarle, como lo había hecho en el transcurso de su vida, porque, aunque había luchado con tan cruel enemigo, deseaba que con sus diabólicas astucias no le distrajera del cuidado de vencer las de los éxtasis celestiales, que continuaría en el corto tiempo que le faltaba de vida. Pues con dicha visión, anhelaba que el sueño de su muerte fuese toda paz, para descanso de su alma. iframe width="560" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/08U0JmTH8f8" title="YouTube video player" frameborder="0" allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen>

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