Te rogamos humildemente, oh Padre, que mires con piedad nuestras flaquezas; aparta de nosotros, por la gloria de tu Nombre, todos estos males que tan justamente hemos merecido; concede que en todas nuestras calamidades pongamos toda nuestra seguridad y confianza en tu misericordia, y que te sirvamos siempre en santidad y pureza de vida, para tu honra y gloria; por nuestro único Mediador y Abogado, Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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