Me
arrepiento, sobre todo mal, de haberos vuelto las espaldas en lo pasado; y
propongo, con vuestra gracia, antes morir que disgustaros ni grave ni
levemente. ¡Oh Jesús mío!, a vos me entrego; os amo con todo el corazón y os
amo más que a mí mismo. En lo pasado os ofendí, mas ahora me arrepiento de ello
y quisiera morir de dolor. Unidme del todo a vos. Renuncio a todos los
consuelos sensibles y sólo a vos quiero y nada más. Haced que os ame y luego
disponed de mí como os plazca.
¡Oh María, esperanza mía!, atadme a Jesús y haced que siempre viva atado
a Él y así prendido fallezca, para llegar un día a aquel bienaventurado reino,
donde no abrigaré ya temores de verme privado de su santo amor.
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