Una voz del purgatorio se oyo: ‗¡Tú hombre Jesús, fortísimo, escucha nuestras quejas y gemidos! ¡Considera nuestra miseria y nuestra miserable penuria! Estamos siendo trillados como hierba cortada por una guadaña. Estamos languideciendo, apartados de toda bondad y toda nuestra fuerza nos ha abandonado ¡Ven a nosotros y sálvanos, pues solo a ti hemos esperado, hemos puesto nuestra esperanza en ti como libertador nuestro! ¡Ven y termina con nuestra penuria, transforma en gozo nuestros lamentos! ¡Sé nuestra ayuda y nuestra salvación! ¡Ven, dignísimo y benditísimo cuerpo, que procede de la purísima Virgen!‘
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