¿Qué ha de hacer una persona que está llena del demonio si, por esta razón, el Espíritu bueno no puede entrar en ella? Tiene que hacer tres cosas. Ha de hacer una pura e íntegra confesión de sus pecados, la cual, aún cuando no pueda estar profundamente arrepentida, debido a la dureza de su corazón, aún le puede beneficiar en la medida en que –debido a su confesión—el demonio le de cierta tregua y se aparte del camino del Espíritu bueno. Segundo, ha de ser humilde, decidir reparar los pecados cometidos y hacer todo el bien que pueda, y entonces el demonio empezará a abandonarla. Tercero, para conseguir que vuelva a ella de nuevo el buen Espíritu tiene que suplicar a Dios en humilde oración y, con el verdadero amor, arrepentirse de los pecados cometidos, ya que el amor a Dios mata al demonio. El demonio es tan envidioso y malicioso que antes muere cien veces que ver a alguien hacer con Dios un mínimo bien por amor‖.
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