¡Oh
Altísima, Clementísima, Benignísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, un
solo Dios verdadero, enséñame, enderézame y ayúdame, Señor, en todo! ¡Oh Padre
todopoderoso, por la grandeza de tu infinito poder, asienta y confirma mi
memoria en ti e hínchela de santos y devotos pensamientos! ¡Oh Hijo Santísimo,
por la eterna sabiduría tuya, clarifica mi entendimiento y adórnalo con el
conocimiento de la suma verdad y de mi extremada vileza! ¡Oh Espíritu Santo,
amor del Padre y del Hijo, por tu incomprensible bondad, traspasa en mí toda tu
voluntad y enciéndela con un tan grande fuego de amor, que ningunas aguas la
puedan apagar! ¡Oh Trinidad Sagrada, único Dios mío, y todo mi bien! ¡Oh si
pudiese yo alabarte y amarte como te alaban y aman todos los ángeles! ¡Oh si
tuviese yo el amor de todas las criaturas, cuán de buena gana te lo daría y
traspasaría en ti, aunque ni éste bastaría para amarte como tú mereces! Tú sólo
te puedes dignamente amar y dignamente alabar, porque tú sólo comprendes tu
incomprensible bondad, y así tú solo la puedes amar cuanto ella merece, de
manera que en sólo ese divinísimo pecho se guarda justicia de amor.
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