Considero cuán duro soy para con el prójimo, y cuán piadoso para conmigo, cuán amigo de mi propia voluntad, y de mi carne, y de mi honra y de todos mis intereses. todavía soy soberbio, ambicioso, airado, vanaglorioso, envidioso, malicioso, regalado, mudable, liviano, sensual, amigo de tus recreaciones.
en cuanto a ti,Mira cuán inconstante eres en los buenos propósitos, cuán inconsiderado en tus palabras, cuán desproveído en tus obras y cuán cobarde y pusilánime para cualesquier graves negocios.
considera ya por este orden la muchedumbre de tus pecados, considera luego la gravedad de ellos, para que veas cómo por todas partes es crecida tu miseria. Para lo cual debes primeramente considerar estas tres circunstancias en los pecados de la vida pasada, conviene a saber: Contra quién pecaste, por qué pecaste y en qué manera pecaste. Si miras contra quién pecaste, hallarás que pecaste contra Dios, cuya bondad y majestad es infinita, y cuyos beneficios y misericordias para con el hombre sobrepujan las arenas del mar; mas, ¿por qué causa peque? Por un punto de honra, por un
deleite de bestias, por un cabello de interés y muchas veces sin interés; por
sola costumbre y desprecio de Dios. Mas ¿en qué manera peque?
Con tanta
facilidad, con tanto atrevimiento, tan sin escrúpulo, tan sin temor y a veces
con tanta facilidad y contentamiento, como si pecaras contra un Dios de palo,
que ni sabe ni ve lo que pasa en el mundo. ¿Pues ésta era la honra que se debía
a tan alta majestad?
¿Éste es el agradecimiento de tantos beneficios?
¿Así se
paga aquella sangre preciosa que se derramó en la Cruz, y aquellos azotes y
bofetadas que se recibieron por ti? ¡Oh miserable de ti por lo que perdiste, y
mucho más por lo que hiciste, y muy mucho más si con todo esto no sientes tu
perdición!
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