«Esta es la puerta del Señor y nuestros Padres



 El abad Juan contó a unos hermanos: «Eran tres filósofos amigos, y uno de ellos al morir encomendó a los otros a su hijo, el cual al llegar a la juventud cometió adulterio con la mujer de su tutor. Descubierto su delito fue arrojado fuera. Más tarde, aunque profundamente arrepentido y hecha penitencia, no le concedieron que volviese, sino que le dijeron: "Vete, estáte tres años entre los condenados que trabajan en las minas y luego te perdonaremos tu culpa". Al volver al cabo de los tres años, le dicen de nuevo: "Vete otros tres años y paga dinero para que te insulten y te injurien". Y así gastó otros tres años. Y de nuevo le dijeron: "Vete a Atenas a aprender filosofía". A la puerta de la ciudad se sentaba un viejo filósofo que se burlaba de los que entraban en ella. Injurió también al joven, pero éste se echó a reír. Entonces el anciano le dijo: "¿Cómo es esto, que te insulto y te echas a reír?". El joven le dice: "¿Cómo quieres que no me ría, si durante tres años he estado pagando dinero por padecer injurias, y hoy tú me las ofreces gratis? Por eso me río". Y el anciano le rogó: "Sube y entra en la ciudad"». Después de contar esta historia, el abad Juan, dijo: «Esta es la puerta del Señor y nuestros Padres, por muchas injurias alegrándose en ellas, entraron por ella».


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