. María es como la luna y la puerta del cielo



Por eso es llamada luna; porque, como dice san Buenaventura, como la luna está intermedia entre la tierra y los cuerpos celestes, y lo que de ellos recibe lo difunde a la tierra, así la Virgen es reina colocada entre Dios y nosotros, y ella nos difunde la gracia”. Como la luna está entre la tierra y el sol, y todo lo que de él recibe ella lo refleja en la tierra, así María recibe los influjos celestiales de la gracia del sol divino para transmitirlos a los que vivimos en la tierra.

Por eso también es llamada por la Iglesia puerta del cielo: “¡Feliz puerta del cielo!”, porque, como reflexiona el mismo san Bernardo, así como todo rescripto de gracia mandado por el rey pasa por la puerta de su palacio, así ninguna gracia llega del cielo a la tierra si no pasa por las manos de María”. Dice además san Buenaventura que María se llama puerta del cielo porque ninguno puede entrar en el cielo si no pasa por María que es como la puerta.

En igual sentido se afirma san Jerónimo o, como dicen otros, un antiguo escritor, autor del sermón sobre la Asunción, y que anda entre las obras de san Jerónimo. Dice que en Jesucristo está la plenitud de la gracia como en la cabeza desde la cual luego se difunde hacia los miembros, que somos nosotros, todas las sustancias vitales, es decir, las ayudas divinas PATRA conseguir la eterna salvación. Y en María está la misma plenitud como en el cuello por el que esas sustancias vitales pasan a los miembros. “En Cristo está la plenitud de la gracia como en la cabeza que influye; en María, como en el cuello que trasfunde”. Lo mismo viene confirmado por san Bernardino de Siena, quien más claramente explicó este pensamiento diciendo que por medio de María se transmiten a los fieles, que son el cuerpo místico de Jesucristo, todas las gracias de la vida espiritual que descienden a ella de Cristo nuestra cabeza.


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