Un día el abad Pastor preguntó al abad José: «¿Qué debo hacer cuando me vienen tentaciones: resisto o las dejo entrar?». El anciano le dijo: «Déjalas entrar y lucha contra ellas». Pastor volvió a su celda a Scitia. Y llegó allí un monje de la Tebaida que contó a los hermanos que había preguntado al abad José: «¿Cuándo me venga la tentación, resisto o la dejo entrar?». Y el abad le había dicho: «De modo alguno las dejes entrar. Arrójalas inmediatamente». Al oír el abad Pastor la respuesta que el abad José había dado a este monje de la Tebaida, volvió a Panefo y se quejó al abad José: «Padre, yo re abrí mi corazón, y me has dado una respuesta distinta a la que le has dado a ese hermano de la Tebaida». Y le preguntó el anciano: «¿Sabes que re amo?». «Sí, lo sé», respondió Pastor. «¿No me pediste que re dijera lo que sentía, como si se tratase de mí mismo? Pues mira: sí vienen las tentaciones y das y recibes golpes en la lucha contra ellas, sales más experimentado. Te he hablado, pues, como yo lo veo. Pero a otros no les conviene que dejen acercarse a las tentaciones, sino que deben rechazarlas inmediatamente».
Comentarios
Publicar un comentario