dónde están los frutos de tu fe



San Juan Maria Vianney 

dónde están los frutos de la fe con que yo había enriquecido tu alma?. ¿De aquella fe en la cual viviste y cuyo Símbolo rezabas todos los días?. Me habías tomado por tu Salvador y tu modelo. He aquí mis lágrimas y mis penitencias; ¿dónde están las tuyas?. ¿Qué fruto sacaste de mi sangre adorable, que hacía manar sobre ti por mis Sacramentos? ¿De qué te ha servido esta cruz, ante la cual tantas veces te prosternaste?. ¿Qué semejanza hay entré tú y Yo?. ¿Qué hay de común entre tus penitencias y las mías?, ¿entre tu vida y mi vida?. ¡Ah, miserable! Dame cuenta de todo el bien que esta fe hubiera producido en ti, si hubieses tenida la dicha de hacerla fructificar. Ven, depositario infiel e indolente, dame cuenta de esta fe preciosa e inestimable, que podía y debía haberte producido riquezas eternas, si no la hubieses indignamente ligado con una vida toda carnal y pagana. ¡Mira, desgraciado, qué semejanza hay entre tú y Yo! Considera mi Evangelio, considera tu fe. Considera mi humildad y mi anonadamiento, y considera tu orgullo, tu ambición y tu vanidad. Mira tu avaricia, y mi desasimiento de las cosas de este mundo. Compara tu dureza con los pobres y el desprecio que de ellos tuviste, con mi caridad y mi amor; tus destemplanzas, con mis ayunos y mortificaciones; tu frialdad y todas tus irreverencias en el templo, tus profanaciones, tus sacrilegios y los escándalos que diste a mis hijos, todas las almas que perdiste, con los dolores v tormentos que por salvarlas yo pasé. 

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