Le dijo Jesús a santa Brigida :todos los que llevan el oro es que, cuando su cuerpo se debilita y sus miembros fallan, cuando su médula se desgasta y su cuerpo cae en tierra debido a la muerte, entonces dejan el oro y las joyas y no merecen más que barro. Las bebidas del mundo, es decir, sus placeres, parecen deliciosos, pero cuando llegan al estómago debilitan la cabeza y hacen pesado al corazón, arruinan el cuerpo y la persona entonces se marchita como el heno. A medida que se aproxima el dolor de la muerte, todas estas delicias se hacen tan amargas como el veneno. La propia voluntad conduce a este deseo, cuando una persona no se preocupa de resistir sus apetitos y no medita sobre lo que Yo he ordenado y sobre lo que he hecho, sino que en todo momento hace lo que se le antoja, sea lícito o no lo sea.
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