El abad Antonio decía: «Pienso que en el cuerpo existen movimientos carnales naturales. No operan si no se consiente en ellos, y se manifiestan en el cuerpo tan sólo como un movimiento sin pasión. Hay otros movimientos en el cuerpo que se fomentan y alimentan con la comida y la bebida y con ellas se excita el calor de la sangre para actuar. Y por eso dice el Apóstol: "No os embriaguéis con vino, que es causa de libertinaje" (Ef 5,18). Y también el Señor en el Evangelio dice a sus discípulos: "Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje y la embriaguez ». (Luc 21,34).
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