Dame, Señor, lo que para mí pide la Virgen María”

 


Por eso es utilísima la práctica de algunos devotos de María que, como refiere Cornelio a Lápide, suelen pedir al Señor les conceda las gracias que para ellos pide la santísima Virgen, diciendo: “Dame, Señor, lo que para mí pide la Virgen María”. Y con razón, dice el mismo autor, pues nuestra Madre nos desea bienes inmensamente mayores de los que nosotros mismos podemos desear. El devoto Bernardino de Bustos dice que más desea María hacernos bien y dispensarnos las gracias, de lo que nosotros deseamos recibirlas. Por eso san Alberto Magno aplica a María las palabras de la Sabiduría: “Se anticipa a los que la codician poniéndose delante ella misma” (Sb 6, 14). María sale al encuentro de los que a ella recurren para hacerse encontradiza antes de que la busquen. Es tanto el amor que nos tiene esta buena Madre –dice Ricardo de San Víctor-, que en cuanto ve nuestras necesidades acude al punto a socorrernos antes de que le pidamos su ayuda.

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