Primeramente, celebrar o hacer celebrar y oír
el santo sacrificio de la Misa, que no es necesario que sea de Réquiem para que
sirva de sufragio a las almas. Procuren, pues, los reverendos sacerdotes
celebrarla con toda devoción, suplicando al Señor que por este medio apague el
fuego del purgatorio; los seglares procuren hacerlas celebrar, o a lo menos
oírlas devotamente.
Refiérese en el tomo tercero de los Anales de
Boverio que nuestro Señor reveló a un religioso capuchino las penas del
purgatorio, y mirando afligido las que padecían aquellas benditas almas, vio
entrar dos ángeles en aquel estanque de fuego: el uno llevaba un vaso
preciosísimo lleno de la sangre de Cristo nuestro Señor, que se había ofrecido
en el altar por aquéllas; el otro tenía un hisopo en la mano, con el cual iba
tomando de aquella preciosísima sangre e iba rociando a las benditas almas que
allí padecían; cuantas recibían alguna gota de aquel divino licor quedaban a
punto limpias, puras y más resplandecientes que el sol; indicando con ello el
Señor cuán eficaz sea el sacrificio de la Misa para librar de aquellas penas a
las almas. Añádase a esto la sagrada Comunión y la recepción de los demás
Sacramentos, pues que todos son fuentes perennes de gracia y de salud
espiritual.
Lo Segundo, la oración, ora sea puramente
mental, ora vocal ayudada de la mental: la primera porque además de ser
impetratoria, que es propio de toda oración y quiere decir que es hábil y a
propósito para alcanzar favores y gracias en beneficio del que la hace y de las
personas por quienes se hace, participa también de la razón de obra
satisfactoria por la mortificación de estar postrado, doblado y otras
penalidades que entienden los que de veras quieren tener este género de
mortificación. La segunda, que será más afectuosa cuando fuere más acompañada
de la mental, esto es, la intención recta y atención devota a lo que se rece,
consiste en rezar el Rosario a la Santísima Virgen, el Oficio de difuntos, los
Salmos penitenciales y otra cualquier devoción, con tal que sea aprobada por la
Santa Iglesia. El que no entiende los salmos rece el Rosario, porque entendiendo
lo que reza, tendrá más devoción.
Lo tercero, las obras penales, que son
satisfactorias, esto es, que son proporcionadas para hacer penitencia y dar
satisfacción por nuestras culpas a la Majestad divina. Tales son: el ayuno,
limosna, disciplinarse, cilicio, besar la cruz, estarse con la cruz, y todo
género de cristiana mortificación. Se advierte, que a los que no pueden ayunar
sin ser notados les es muy fácil privarse de este o de aquel bocado regalado,
privarse de visitas curiosas o de alguna otra lícita recreación de los
sentidos, cosa que nadie o casi nadie advierte y ante Dios es de mucho valor.
Lo cuarto, tomar bulas de difuntos para ganar
la indulgencias plenarias a ellos concedidas. Son innumerables las que se ganan
con la bula de la Cruzada: los cofrades del Rosario y los que profesan la
tercera regla del Seráfico Padre San Francisco pueden ganar muchísimas, y
todos, recorriendo las estaciones del Vía Crucis; también se ganan muchas
indulgencias llevando el escapulario del Carmen, por el que son tan asistidas
las almas en el sábado; también llevando el cordón de San Francisco o la correa
de San Agustín y finalmente, por muchas otras devociones; porque los Sumos
Pontífices han sido generosos en conceder indulgencias, porque saben que es el
medio más fácil para remediar a los vivos y a los difuntos.
Lo quinto, todas las buenas obras, los
trabajos, enfermedades, las afrentas sufridas con paciencia, se pueden ofrecer
a Dios junto con los méritos de la Pasión de Cristo y Dolores de la Santísima
Virgen, en sufragio de aquellas almas que, pudiendo valernos mucho a nosotros,
a sí mismas no pueden valerse. Y, por lo tanto agradecidísimas a nuestra
misericordia, nos alcanzarán, entre otros favores, que el Señor nos guíe por el
camino del cielo, en donde ellas y nosotros descansaremos para siempre. Amén.
Misal Diario Latino-Español 15.ª edición 1960
Editorial Regina
Ame'n.
ResponderEliminarMi madre nos platicaba de un muchacho que un remolino lo levanto y lo dejo en un espinero
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