¿A un moribundo apegado a la vida puede acaso decirsele que un médico hábil va a sacarle de las puertas de la muerte?


 éramos todos nosotros como enfermos desahuciados, y no podíamos esperar más que la muerte eterna, si Jesucristo, nuestro verdadero médico, no hubiese venido a socorrernos. Pero no, conmovido por nuestra desdicha, dejó el seno de su Padre y vino al mundo, abrazándose con la humillación, la pobreza y los sufrimientos, a fin de destruir la obra del demonio y aplicar eficaces remedios a las crueles heridas que nos había causado esta antigua serpiente. Sí, viene este tierno Salvador para curarnos de todos estos males, para merecernos la gracia de llevar una vida humilde, pobre y mortificada; y, a fin de mejor conducirnos a ella, quiere Él mismo darnos ejemplo. Esto es lo que vemos de una manera admirable en su nacimiento.

Jesús que Él nos prepara:


 1.º con sus humillaciones y obediencia, un remedio para nuestro orgullo

 2.° con  su extremada pobreza, un remedio a nuestra afición a los bienes de este mundo,

 3.° con su estado de sufrimiento y de mortificación, un remedio a nuestro amor a los placeres de los sentidos. Por este medio, nos devuelve la vida espiritual que el pecado de Adán- nos había arrebatado; o, por mejor decir, viene a abrirnos las puertas del cielo que el pecado nos había cerrado.

 Conforme a esto, pensad vosotros mismos cuál debe ser el gozo y la gratitud de un cristiano a la vista de, tantos beneficios. ¿Se necesita más para movernos a amar a este tierno y dulce Jesús, que viene a cargar con todos nuestros pecados, y va a satisfacer a la justicia de su Padre por todos nosotros? ¡Oh, Dios mío ! ¿puede un cristiano considerar todas estas cosas sin morir de amor y gratitud?.(santo cura de ars)

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