Una vez vi a dos hermanas que iban a entrar en el infierno. Un dolor inexpresable me rasgó el alma; pedí a Dios por ellas, y Jesús me dijo: Ve a decir a la Madre Superiora que estas dos hermanas están en ocasión de cometer un pecado grave. Al día siguiente se lo dije a la Superiora. Una de ellas ya se había arrepentido y se encontraba en estado de fervor y la otra aun estaba [en] un gran combate.
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